47 kilos.

Nunca se cómo empezar a escribir, y mucho menos hoy, que tengo tantas cosas para decir. Los últimos días no tuve tiempo o no tuve ganas de escribir, o mejor dicho, no tuve las energías suficientes. Las pocas calorías que entran en mi cuerpo son exclusivamente de alcohol, y eso me está agotando, me esta dejando atontada. Tengo que admitir que me encanta; es una sensación de bienestar, tranquilidad y emoción mezcladas con miedo y desesperación. Es la sensación de estar siempre en otro mundo, de estar volando. Y no sólo con alcohol.. ahora entran en el juego la marihuana y las pastillas, que no es nada nuevo en realidad. El ayuno mezclado con estas sustancias es algo que no puedo describir, simplemente es genial. Tiene sus lados negativos, como todas las cosas (y personas), pero nada importante o significativo por ahora.
En los últimos días me di cuenta de que no me quiero morir, solamente quiero tocar la muerte, saborearla, jugar con ella, burlarme de ella. Sentirla, pero no vivirla. Ya no tengo miedo, me refiero a que no tengo miedo de absolutamente nada, ya no me importa el dolor, no me importa nada. Tengo una meta clara, y no me voy a rendir aunque me sangre el alma. Después de todo, voy a traer belleza desde el dolor (Beauty from pain).