Eran las nueve de la mañana cuando, al despertarme, por alguna extraña razón, te busqué. Primero entre las sabanas, después en la habitación, pero no estabas. Me levanté, y empecé mi día como siempre; Me di una ducha fría y después me tomé un café.
Aprovecho que no hay nadie en casa para poner música, elijo una lista al azar y la dejo sonando mientras vagabundeo en blogs. Pero después de un rato, no me puedo concentrar, no puedo entender lo que estoy leyendo.. Mi mente esta en otro lado, en otro mundo, en un lugar totalmente diferente. Dejo de leer, me preparo otro café y dejo mis pensamientos volar. Y ahí es cuando exploto, casi sin darme cuenta tengo la cara mojada en lágrimas, las manos me tiemblan y se me termina el café. Llevo la taza a la cocina mientras me limpio el maquillaje de la cara con el buzo que tengo puesto. Mientras observo la espuma de detergente en mis manos siento que algo -o alguien- me aprieta profundamente en el pecho, en un lugar que no puedo identificar ni reconocer.
O quizás si, quizás sea ese sentimiento de.. te extraño tanto que.. Bueno, no importa.
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