La oveja negra.

Ser consciente de tener la mente enferma, saber que aunque no sea verdad seguís siendo un osito de grasa asquerosamente enorme, con el que nadie querría jugar. ¿Cuanto es ser lo suficientemente flaca?, creo que nunca se llega, es una meta inalcanzable. No importa cuanto pese, o cómo me vea, nunca me siento completa, nunca soy lo suficientemente buena para nadie, ni para mi misma. En especial para mi familia, siempre me hacen sentir que estoy de más, que soy un estorbo, que todo lo que hago esta mal. No tienen ni la mínima idea de lo que me duelen sus palabras, lamentablemente a veces los que más te lastiman viven en tu propia casa. Y no puedo hacer nada con eso, al menos hasta que cumpla los dieciocho años y pueda irme lejos, lejos de todo y de todos. Mamá lo único que quiere es que cometa un error para poder internarme, ya sea en un corrector de menores o en un psiquiátrico. Papá ni siquiera me habla, y a veces pienso que quiere más al gato que a mi. Y mi hermana, bueno, resulta ser que no puedo contar con ella, una vez encontré una libreta que era una especie de diario íntimo dónde decía cosas horribles de mi. En cierta parte, me siento abandonada. Creo que, de alguna forma, el no comer me llena ese vacío y ese anhelo de que algún día papá me de un abrazo, mamá me espere con una sonrisa, y mi hermana este cuando la necesite.

Mamá, papá.. ¿Cuando voy a ser lo suficientemente perfecta para que me quieran?.
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