
Hay cosas que nunca voy a olvidar, como esos cuarenta días que pase en el hospital a los trece años. Fue en el año 2009, apenas estaban por comenzar las clases, y ese año tenía que empezar la secundaria. Estaba todo perfecto, el secreto nadie lo sabría. Personas nuevas, personas que no me conocían.
Mi enfermedad (Por así decirlo) ya estaba bastante avanzada, se me nublaba la vista cuando estaba parada, si me levantaba de golpe me mareaba y me caía, no comía ni un chicle por que estaba convencida de que engordaría para siempre si lo hacía. Mamá me obligaba a comer, me gritaba hasta que comiera al menos una porción de pizza, y no me dejaba levantarme de la mesa hasta que hubiese terminado. Yo lloraba siempre que me hacía eso, y como no me dejaba ir al baño después de la comida, vomitaba en una bolsa encerrada en mi cuarto. Casi todos los días tenía un ataque de bronca e impotencia, rompía todo lo que tenía a mano, estrellaba cosas contra la pared, arrancaba hojas de revistas y lloraba, a veces hasta gritaba. -Mi hermana siempre me odió por eso, según ella yo gritaba todo el tiempo, incluso a la madrugada cuando supuestamente yo estaba dormida, pero yo no me acuerdo de eso.- Fue cuando se me ocurrió que cortarme sería mejor, encontré alivio con cortadas en mi muñeca que obviamente ocultaba. Pasaba horas en internet leyendo trucos para que nadie se diera cuenta de mi secreto, que por un tiempo me funciono y engañe a todos. Pero mis viejos no eran tan idiotas, su hija se estaba muriendo.
Fue cuando mamá decidió llevarme al hospital, me dijo que tenía que hacerme una revisión diaria para el colegio, entonces fui sin problema. Pero mintió, la muy forra me mintió. Entramos al Ricardo Gutierrez y en vez de ir para el fondo, donde siempre iba, doblamos y subimos unas escaleras. Yo no preguntaba nada hasta que vi un cartel que decía "Adolescencia" y me di cuenta del engaño. Me quise ir corriendo pero me agarró fuerte del brazo y me hizo subir, peldaño por peldaño hacia el lugar que más temía. Me alegró saber que tuve que subir tres pisos por escaleras y que había quemado calorías, pero esa alegría se esfumó por completo cuando mamá intercambió un par de palabras con una mujer vestida de blanco que me miraba con cara de odio.
Me hicieron esperar afuera de un consultorio mientras mamá hablaba adentro con unos psicólogos. No podía escuchar nada de lo que decían y eso me ponía nerviosa. Hasta que me hicieron entrar a mi también. Yo estaba enojada, no saludé, no abrí la boca para nada, no respondí ninguna pregunta. Me dejé revisar, lo cual fue una experiencia horrible. En la habitación estaba la mujer vestida de blanco, que tenía unos ojos verdes re lindos, se lo quise decir, pero me absteni. Supongo que ella era la que mandaba ahí por que era vieja. Al lado había una jovencita que no decía nada pero observaba todo, también vestida de blanco. Me hicieron sacar el buzo, después el pantalón, la remera y el corpiño. Estaba en bombacha delante de unas desconocidas totales. Me pesaron de espaldas y me midieron, fue la única vez que hable, que fue para preguntar cuánto pesaba pero no me quisieron decir. Después me acostaron en una camilla, me tomaron el pulso y me revisaron cada parte del cuerpo. Claramente vieron mis cortes, preguntaron que me había pasado, y si me los había echo yo, lo cual era obvio. Pero no dije nada, estaba totalmente decidida a no hablar.
Continúo después.
Me siento tan identificada contigo :(... muero por leer la segunda parte..
ResponderEliminarHola, no quiero criticar... entiendo porque lo haces lo que haces, yo también siempre odié que me llamen gordita y esas cosas y siempre traté de que la gente vea que no soy así, siempre quise escuchar cosas que no escuché y tuve en mente hacer lo que vos haces, no comer... vomitar, pero me parece que esa no es la forma, y que a pesar de todos los problemas que podes llegar a tener con tu mamá, ella te cuidó en ese momento y no pudo más ella tampoco. Como no pudiste vos y recurriste a esto, ella no pudo más y te llevó al hospital. Espero que te des cuenta de lo especial que podes llegar a ser sin importar tu físico, aunque importa, no hay que llegar a los límites para hacer sentir bien a nadie, y no creo que te haga sentirte bien no estar más.
ResponderEliminarEstoy contando la historia tal cual pasó. Mi intención no es decir que estuvo bien ni que estuvo mal. Todavía falta, no terminé..
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