Podés ver mi dolor ahora?

En alguna parte de mi mente de doce años creía que si dejaba de comer los iba a hacer sentir culpable, que entonces me prestarían más atención y me tratarían de la forma que yo creía merecer, que iban a ser los padres que yo necesitaba. Yo era una chica muy particular, sacaba las mejores notas en el colegio, no salía a ningún lado y pasaba horas encerrada en mi cuarto leyendo algún libro (Creo que de tanto leer me volví tan dramática), totalmente tímida e inocente. Rodeada de un mundo de fantasía que me proporcionaban los cientos de libros que leía, queriendo ser la mejor hija de todas, hablando de la manera más educada y portándome de la mejor manera. Pero ellos se burlaban de mi por estar gorda, también se burlaban de mi en el colegio y en todas partes, me marginaban y siempre era "la gorda de mierda"; mi hermana siempre fue la flaca y hermosa modelo, la chica con malas notas que mis padres adoraban por cómo se ve. O al menos eso pensaba.

Quería mejorar y descargar mi dolor, con el tiempo la soledad empezó a gustarme. Era distinta y lo sabía, nadie me entendía, no había nadie igual que conociera. Dejé de comer de a poco, al principio se burlaban de mi "dieta" ya que no me creían capaz de no comer, aunque nada de eso importaba, ya que al conocer este mundo encontré un refugio, un lugar donde llenarme de todas esas cosas que me hicieron falta. Después de varios meses conseguí la atención que necesitaba, aunque parte de esa atención me la daban los psiquiatras del hospital Ricardo Gutierrez. Al bajar más de diez kilos se dieron cuenta de mi existencia, hizo falta estar a punto de morir para que se fijaran en mi. (Llegué a pesar treinta y cuatro kilos). Con el ayuno llegaron los cortes, ya estaba demasiado metida en toda esta basura cuando todos reaccionaron de lo que pasaba, no tenía arreglo alguno, intenté suicidarme varias veces aunque nunca llegué a ningún extremo. Los comentarios externos empezaron a resbalarme, mi única meta era seguir mejorando para la persona que más importaba, la única persona que me juzgaba en realidad: Yo misma. Dejé de pertenecer al mundo real, todo se volvió fantasioso, cree una realidad en la que vivir. Un lugar donde ya nada importaba.

Ya pasaron cinco años, sigo siendo una victima de mi propia mente, sigo ayunando de vez en cuando, a veces creo que estoy mejor aunque pareciera que no. Los demás creen que ya estoy totalmente curada, que lo que tuve fue un capricho, pero se equivocan. Pasé cosas muy feas de las cuales no me da el lugar para escribir y aunque lo hiciera no me darían las palabras como para describirlo. Fue un trayecto muy largo, se sumaron las drogas, las escapadas, los cortes cada vez más profundos, los ataques, las vueltas en el hospital, la internación.. pasaron muchas cosas y no puedo evitar pensar que quizás un poquito de amor me hubiese bastado, un poquito de amor me hubiese salvado. Sólo eso.