Desastrosamente feliz.

Bueno nada, eso, soy un desastre. Pero un desastre feliz. A veces ayuno sin querer, en uno de esos días que paso borracha en lo de mi chico, no me doy cuenta de que no estoy comiendo por que tampoco me doy cuenta de cómo pasan las horas. Me siento bien conmigo misma por que me siento contenta. Él me hace sentir así, aunque más que nada así me hago sentir yo, con un autoestima más grande y una sonrisa más estable. Me di cuenta de que todo lo que podría llegar a querer, lo tengo. Tengo a mis amigas que siempre me hacen olvidarme de lo que me hace mal, tengo una familia que me quiere, una casa a la que ir cuando no tengo ningún lugar más y a alguien que me besa incansablemente de veces antes de irnos a dormir, que esta ahí cuando me despierto para recibirme con una sonrisa.
Todas las cosas que alguna vez me hicieron mal, fueron causadas por mi misma, por mi mente retorcida y mi paranoia, también mi inconstante manera de ver el mundo como si fuera un libro dramático. Soy muy masoquista, no puedo vivir sin dolor, dolor que solo yo me causo, o que yo me provoco. Quizás, y tan solo quizás, sea por que inconscientemente nunca me creí merecedora de cariño ni de felicidad. Quizás por que las personas, la sociedad, me hizo creerme una mierda de persona. Pero no lo soy.
No me siento gorda, pero tampoco flaca, se que baje un poco de peso, pero nada exagerado; voy a seguir hasta tocar fondo. Cuanto más abajo, mucho mejor. Tocar fondo es lindo, vivir ahí, mucho más. Cuando por fin llegue todavía me va a faltar, por que no voy a parar hasta verme sangrar. Hay cicatrices que nunca van a sanar, pero qué me importa si mientras me tenga a mi nada me va a faltar.